Árbol de navidad viajero

Cuando viajas hay ocasiones en las que te volverías loco y te gustaría comprar todo cuanto ves y otras veces en las que te cuesta encontrar algo que llevarte de vuelta a casa como recuerdo de tu viaje. Yo suelo ser de las primeras, pero ahí está mi señor marido Don Realista, que me pone los pies en la tierra y me recuerda que no tenemos sitio para más adornos y que no caben más cuadros en las paredes ni imanes en nuestra nevera. Pero hay algo bastante peculiar que siempre que viajamos nos gusta buscar y a lo que Don Realista nunca ha puesto oposición: un adorno para el árbol de navidad.

Como resultado de ello, todos los años ponemos en nuestro salón un árbol de navidad bastante atípico, un árbol cargado de pequeños adornos venidos de todas partes del mundo: Estados Unidos, Brasil, Egipto, Perú, Turquía, Inglaterra, Tailandia, Chile, Jordania, Francia, Alemania, Camboya, Indonesia, Italia, Israel… Por supuesto, no todos los adornos son navideños, sólo unos pocos lo son, el resto son cosas típicas del lugar o cosas que nos lo recuerdan. Casi nunca viajamos en fechas navideñas, así que no encontramos las típicas tiendas repletas de bonitos y caros adornos de temática navideña. Salvo en Estados Unidos, que les encanta la navidad, y tienen tiendas específicas durante todo el año, en el resto de lugares lo que solemos hacer es echar un vistazo por las tiendas de souvenirs y los mercados de artesanía. Casi siempre hemos encontrado algo. En Europa, aun fuera de temporada, suelen tener bolas o colgantes con algún motivo de la ciudad que visites. Pero hay lugares que no celebran la navidad o no de la misma forma que lo hacemos nosotros… ¿y entonces? ¿me quedo sin mi adorno? Don’t worry my friend, siempre hay llaveros o colgantes a la venta que te sacarán del apuro y quedarán la mar de bien en tu árbol navideño viajero. Los imanes también son un buen recurso pero te darán algo más de trabajo, despega el imán de la parte trasera y ponle un cordoncillo… ¡listo, ya tienes tu adorno navideño de recuerdo! Si eres más de turismo playero o te encantan los desiertos siempre puedes recoger algo de arena del lugar y después meterla en una de estas bolas de cristal transparente y escribir el nombre del lugar y la fecha en ella. Échale imaginación!

Sé que mi árbol nunca saldrá en una revista de decoración, que no es tendencia, que no guarda ninguna sintonía cromática, que no sigue un estilo concreto (yo más bien diría que es ecléctico), pero te aseguro que llama la atención de todo aquel que viene a casa y lo ve. Sus curiosos adornos suelen dar pie a amenas conversaciones sobre viajes. Es más, tengo amigos y familiares que cuando viajan nos traen algo de regalo para nuestro árbol (muchas gracias Paco por el adorno de Israel que nosotros olvidamos traer). Pero lo mejor de todo son los recuerdos que ese pequeño objeto nos trae a la memoria. Colocarlos y contemplarlos supone volver a viajar, volver a vivir esos momentos. Cada adorno tiene su historia detrás, su anécdota… y su búsqueda ya forma parte del viaje.

En nuestro árbol no sólo hay adornos de viajes, también hay pequeños detalles que reflejan momentos importantes de nuestras vidas y hasta objetos rescatados del paso inexorable de los años. La bola más fea de mi árbol es una bola plateada con una cinta roja enredada que colgaba del árbol de navidad que tenían mis padres cuando yo nací, hay una figura de unos novios con la fecha de nuestra boda, un pequeño marco con una mini ecografía de mi hija, su primer chupete, una cestita de ganchillo hecha por la bisabuela de Aitana a la que ella no conoció, unos colgantes vegetales con forma de animales que no quise comprar y dije ‘“después” para quitarme de encima en su momento pero no pude evitar comprar al ver a la niña esperándome a mi salida de los templos de Angkhor horas después… mil y un recuerdos. Mi hija Aitana aún es pequeña, pero le encanta que le cuente historias de los lugares a los que hemos ido mientras contempla los adornos. Espero que algún día ella también valore esos pequeños detalles y recuerde con cariño el excéntrico y poco ortodoxo árbol de navidad de sus padres. Quién sabe, quizás le guste y continúe ella con la tradición. Al fina y a al cabo eso es la navidad ¿no? Tradición, recuerdos y amor.

¡Feliz Navidad!